Huelepega, ladron@s, mentiros@s,
peligros@s, suci@s, violent@s, drogadict@s, vag@s, analfabet@s,
putas, vendedor@s, mendig@s ….
La historia dominante sobre los chicos
y chicas que provienen de diferentes situaciones de dificultad social, y que se
pasan la vida en las calles de Managua, es muy contundente, no deja
lugar a imaginar otras posibilidades, no nos permite verles como otra cosa.
Sin embargo, en nuestro paso por Managua, hemos tenido la oportunidad de encontrarnos con algunos de estos chicos y chicas, y lo que nos
han demostrado es que hay otras muchas historias sobre quiénes son
que no se cuentan, que la historia única no nos deja ver, pero que también son parte de su realidad.
Como, por ejemplo, que tienen mucha
empatía y muestran gran solidaridad entre ellos y ellas; o que son muy
cariñosos y cariñosas en cuanto sienten que no les discriminan ni
rechazan; o que se muestran con una gran sinceridad y no tienen
dobleces ni máscaras; o que tienen muchos sueños y deseos; o que son
alegres; o que les gusta mucho jugar,…. que son niños y niñas al
fin y al cabo.
La historia que hemos encontrado es un
claro ejemplo de que el determinismo social tiene fisuras.
Nuestra historia es la historia de unas
mujeres que, en su día, fueron unas de esas niñas que por diferentes
circunstancias pasaron mucho tiempo en la calle. Vivieron situaciones difíciles, de violencia, de abuso, de discriminación, de rechazo. Sin embargo, hoy en día, son un ejemplo para otras ya que trabajan en
una organización como promotoras atendiendo las necesidades de
chicas y chicos que están en riesgo o en situación de calle.
Son mujeres que han vivido cosas muy
duras, como ellas mismas nos han dicho “que no podemos ni
imaginarnos”, pero que, en este momento, sienten que han conseguido alcanzar
muchos de sus sueños, como estudiar en la universidad, viajar a otros países o tener
su propia casa, … y que siguen soñando y no dejarán de soñar.
Ellas han vivido en su propia piel que, aunque a veces parezca imposible, siempre es posible trasformar la vida y tener una vida mejor, sólo necesitas un poco de apoyo y un mucho de amor. Por eso, ahora quieren devolver, de alguna manera, esa oportunidad que la vida les dió ayudando a otros y otras.
La organización en la que trabajan se llama Inhijambia
(Mujer heroica y triunfadora, la que defiende y lucha por sus derechos y sus sueños) y nos quedamos muy agradecidas con todas las
facilidades que nos han dado para desarrollar el proyecto. Desde
luego el amor es un motor para las personas que forman parte de este
equipo.
También hicimos el taller con ellas
mismas, donde quisieron contar parte de su experiencia y nos dejaron
bien clara la pasión que le ponen a las cosas y su voluntad para aprender.
Para nosotras ha sido un regalo pasar unos días con
estas mujeres, con estos chicos y chicas, con esta organización. Uno de esos lugares en los que la grandeza de lo
cotidiano es evidente.
Nos vamos de este lugar con el corazón contento, ha sido un placer relacionarnos, aunque haya sido por pocos días, con quienes están tan llenos de vida a pesar de ese dolor que es fruto de una injusticia social tan grande que es imposible quedarse indiferente.
Nos vamos de este lugar con el corazón contento, ha sido un placer relacionarnos, aunque haya sido por pocos días, con quienes están tan llenos de vida a pesar de ese dolor que es fruto de una injusticia social tan grande que es imposible quedarse indiferente.
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