Queridas y queridos,
Aquí reportándonos
desde el paisito, es decir, El Salvador, concretamente desde San
Salvador.
Llegamos el viernes a
esta cálida tierra, y tan cálida, en todos los sentidos. Porque la
temperatura es como para no salir mucho de casa, pero también la
gente es de una amabilidad que hasta sorprende, “el país de la
sonrisa” le llaman, y con mucha razón.
Esta vez la frontera fue
un trámite un poco más largo que el anterior. Después de hacernos
un cuestionario sobre nuestra querida furgoneta que, ¡madre mía!,
no dejó detalle sin comentario, ni puntada sin hilo, como dicen por
aquí, (que si el peso, el número de motor, el tipo de gasolina,
etc, etc, etc), tuvimos que pasar por diferentes “ventanillas”,
llegando finalmente a dar con “el profesional” más lento de
todas las aduanas del mundo (y de toda la historia de las aduanas),
que tardó en rellenar una hoja un tiempo indefinido que logró
acabar con nuestra paciencia. En total dos horas y media para hacer
un trámite, que bueno, en fin, sin comentarios, !!!!viva la
burocracia!!!!. Pero pasar pasamos, eso sí, con un poquito menos de
la paciencia que teníamos guardada en la reserva.
En los pocos días que
llevamos por estos lares ya hemos hecho bastantes cositas. La verdad
es que no paramos. Y, aunque la prioridad es nuestro proyecto, el
trabajo no lo es todo en la vida.También hemos tenido tiempo para
disfrutar de la ciudad y el re-encuentro con amigas y amigos
queridos, pasar un día en el Puerto de la Libertad y la playa del
Zonte, otro día de poza y campo en el río Sapo... Y, todo ello sin
dejar a un lado, la búsqueda activa y permanente de una gran
historia...
Una de las partes más
importantes de nuestro sueño/proyecto es la de elegir cuál de todas
las historias que vamos conociendo queremos documentar. Y es una
parte difícil, porque por un lado, siempre está rodeada de mucha
incertidumbre, muchos nervios, cierta prisa que nos entra porque
sabemos que no tenemos todo el tiempo del mundo… Pero, por otra
parte, lo estamos viviendo como una gran oportunidad para conocer
gente y colectivos que están haciendo cosas tan esperanzadoras en
el mundo, que sentimos que, de alguna manera, descubrir todas estas
historias nos permite recuperar la fe en esta especie, en los seres
humanos, y eso, de vez en cuando, es necesario en estos tiempos que
corren.
Somos conscientes de que
conocer una historia, conocerla de verdad, con todo, con sus
grandezas y sus miserias, no es tarea fácil ni de unos pocos días,
y un miedo que tenemos es hacer algo superficial (por aquello del
tiempo y la rapidez).
Sin embargo, creemos que
lo bueno es que nuestra manera de llegar a estas historias es siempre
de la mano de otras gentes que nos van guiando, y eso ayuda. Y otra
cosa importante para nosotras es que intentamos acercarnos siempre
con una mirada apreciativa y valorativa, porque nuestra intención
es estar abiertas a ver cuál de las historias es la que más nos
mueve, inspira o sugiere.
En México este proceso
fue un poco diferente, teníamos muchas historias en mente, conocidas
y lejanas, pero elegimos una de ellas, y allí que nos lanzamos, sin
dar muchas vueltas ni hacer muchas investigaciones previas. Tal vez,
era la ventaja de estar un poco “como en casa”, ya que ambas
hemos vivido en esos rumbos los últimos años y conocíamos un poco
la realidad de México, que como dice un amigo, es un país con un
nivel de ultraje tan grande que sólo es comparable con el nivel de
dignidad de la gente. (Cuánta sabiduría tienen nuestros colegas!)
En Guatemala, fue todo un
proceso esto de elegir la historia. Porque nuestra primera idea era
documentar la historia de un grupo de mujeres que trabajan en torno
a la violencia sexual vivida durante la guerra civil, y que ya
conocíamos previamente, pero por una cuestión de tiempos y
disponibilidades al final se complicó un poco. Luego empezamos a
preguntar, escuchar y conversar con muchas personas de la ciudad, y
hubo un momento en que teníamos varías ideas interesantes. Entre
otras cosas, visitamos una organización que trabaja con personas
que viven en el basurero de la zona 4 de Ciudad de Guatemala. Es un
proyecto educativo, tienen una escuela, y también un proyecto de
alfabetización de madres y de cooperativa de trabajo con materiales
reciclados. Nos llamó mucho la atención la idea, lo que hacían, el
trabajo tan potente con gente que está tan estigmatizada en la
sociedad. Pero la realidad fue que al conocer la entidad que lo
promovía nos quedamos con una sensación extraña. Porque, por un
lado, nos parece que hacen un trabajo importante y que las familias
que participan tienen vidas muy inspiradoras, pero, por otro lado, la
filosofía de la organización nos dejó un regustillo a
asistencialismo puro y duro que nos echó un poco para atrás,
“gringos que vienen a expiar sus culpas” como nos dijo un amigo
guatemalteco. (Otro sabio!)
Y ahora, en El Salvador,
estamos en esa etapa de investigar, conocer, indagar… El lunes
fuimos a una comunidad, Segundo Montes, formada por gente desplazada
durante la guerra del Salvador, que tras el conflicto regresaron a su
tierra y ahora tienen un sentido de la comunalidad que no tenían
antes de vivir como refugiados en Honduras. Durante años trabajaron
en escuelas de Educación Popular, hasta Paulo Freire vino a formar a
los maestros y maestras, pero en la actualidad esto ha cambiado y las
escuelas pertenecen al gobierno. Una gran historia que nos ha
encantado conocer, pero que, en nuestra opinión, forma más parte
del pasado que del presente. Así que, la búsqueda continúa y ya
hemos llenado nuestra agenda para ver qué pasa y qué nos
encontramos. Mañana vamos a conocer la experiencia de unas mujeres
que ante la falta de empleo se organizaron en una cooperativa de
reciclaje en su comunidad. El sábado vamos a conocer una cooperativa
de campesinos y campesinas que a pesar de las condiciones adversas
(la migración, la escasez de agua, la poca fertilidad de la tierra,
la falta de accesibilidad a escuelas...) colectivizan su trabajo para
salir adelante. El lunes vamos a conocer a una mujer que fue
costurera y ahora trabaja en un sindicato para luchar por los
derechos laborales de otras costureras que se quedaron sin trabajo
tras el cierre de la maquila en la que las explotaban....
En fin, que como podéis
comprobar historias no nos faltan y estamos aprendiendo mucho de cada
experiencia y encuentro, empapándonos hasta los huesos de esa
dignidad que transmite la mirada de esta gente comprometida con la
trasformación de su realidad, con un sentido de lo común (lo que es
para el bien común y no individual) tan enraizado , que te ayuda a
entender que lo que les pasa aquí, tiene que ver también con
nosotras y nosotros. No es solamente su historia, es algo que influye
también en nuestra historia y que tiene que ver con la humanidad
entera.
Y así vamos continuando
el camino, preguntándonos cómo hacer para que toda esta
constelación de cosas que suceden en el viaje (la disponibilidad de
la gente y la nuestra, nuestros valores y lo que es importante para
nosotras, la apertura de la gente y los colectivos, ...) se combinen
y podamos documentar y compartir una historia, de tantas, con toda la
profundidad que nos es posible.
Por lo demás, seguimos
bien cuidadas y acogidas en casas de gente querida. En nuestro paso
por el Lago Atitlán de Guatemala estuvimos en casa de Lorea y su
perra Sugar, y ahora en el paisito, nos quedamos en casa de Cristina,
Charo y su gato Garua, … Muchas gracias a ellas por hacernos sentir
tan cómodas en nuestra vida nómada de ahora.
Un abrazo desde este lado
del mundo,
Las chicas errantes
PD: En el apartado de "Fotos y Vídeos" hay un nuevo álbum con fotos de los talleres en Guatemala.