En la
última parada de nuestro viaje, y para
terminar el proceso de documentar historias de amor subversivo, nos
hemos encontrado con una gran historia de esas
que hemos querido
conocer para poder compartir.
Es la
historia de unas comunidades indígenas Ngöbe, que van a perder las
pocas tierras que les quedan porque el gobierno y las empresas transnacionales
están construyendo una hidroeléctrica que cubrirá todo de agua.
Esta
ha sido la historia a la que más nos ha costado acceder, en el
sentido literal de las palabras. Porque para llegar a la comunidad
tuvimos que recorrer 6 horas de camino en coche desde Ciudad de
Panamá, media hora en 4 por 4 y una hora y media a pie, con cruce de
río incluido. Pero precisamente por todo ese recorrido creemos que
hemos sabido valorar y apreciar la fortaleza de sus habitantes y una
profunda admiración por sus formas de entender la vida nos ha
acompañado en toda nuestra estancia en Kiad, una pequeña comunidad
habitada por alrededor de 40 personas.
Son
uno de los pueblos originarios que han habitado por generaciones en
esta zona, y aun a pesar de la conquista. Viven sin electricidad,
toman el agua de una naciente, se bañan en el río, cocinan con
leña, tienen su propia lengua y su propio alfabeto, profesan su
propia religión, y tienen su propia ideología, su propia forma de
entender la vida, muy alejada de la mentalidad occidental.
Ahora
luchan por conservar su tierra, algo que, según
nos han contado,
no pueden
entender que tenga
valor monetario sino un valor natural único, por eso, bajo su propia
cosmovisión, es
incomprensible
que alguien les pida que vendan o negocien su tierra.
Y para
nosotras es menos comprensible todavía que una gente que ha vivido
aquí por siglos vaya a perderlo todo en tan sólo unos minutos.
Llegamos
a este lugar invitadas por Weni, una mujer que nació en esta
comunidad y que ahora tiene 2
hijos y 3
hijas.
Ella
está
haciendo todo lo que puede para conservar su territorio y sus
palabras son como luces llenas de sabiduría. Nos cuenta que no fue a
la escuela, pero sabe que eso no te da o te quita la inteligencia,
tiene claro cómo
es el poder y cómo
éste narra la historia según le conviene, conoce la ideología
occidental y cómo
los intereses económicos mueven el mundo, y hasta su silencio es de
esos que dicen muchas cosas.
En una
comunidad que probablemente será inundada por el agua en unos meses,
esta mujer nos ha hablado de esperanza, de amor a su tierra y a su
cultura, de humanidad y de dignidad. Saben que es posible que en poco tiempo pierdan sus tierras pero tienen claro que no aceptarán ningún
dinero a cambio, aunque lo pierdan todo, su tierra y su cultura no se
negocian por unos balboas.
Ha
sido una experiencia muy enriquecedora convivir en esta comunidad por
unos días, también ha sido una toma de conciencia de los diferentes
modos de vivir que existen y de nuestras dificultades para habitar en
un medio que no es el nuestro, en el que los niños y niñas tenían
que acompañarnos y cuidarnos para que todo estuviera bien en los
ríos o en los caminos. Sin duda, un gran baño de humildad y
sencillez.
Un
pueblo que ha resistido ante muchas adversidades desde hace más de
500 años, pero que tiene la certeza de que siempre existirá, como
dice uno de sus lemas.
Nos
cuentan con una claridad que sorprende cómo ahora, en el moderno
s.XXI, ya no quieren aniquilarles con balas, en la nueva colonización
quieren acabarles con hidroeléctricas, minas, eólicos, ... con el
poder del dinero.
Y lamentablemente esta historia no es de Panamá, esta historia se repite por todo América Latina.
El
encuentro con tantas gentes diferentes y con tantas formas de ver y
entender el mundo, hace que este viaje esté siendo, sin duda, una
gran escuela de vida para nosotras, y que nuestra “mentalidad
ampliada” se esté expandiendo. Sabemos que esta experiencia nos
seguirá “hablando” por mucho tiempo, porque los aprendizajes no
son sólo del aquí y el ahora.
Mucho
que pensar, mucho que sentir...
Y ya
estamos en el final de esta parte del proyecto, ahora sí que sí.
Porque la gran noticia es que hemos conseguido gente que quiere
comprar la furgoneta. Ahora estamos ultimando los trámites de
importación, que no son muy rápidos que se diga. Y estamos muy
contentas porque nos encanta la idea de que sean estas personas
quienes ahora puedan disfrutarla y mover sus sueños por donde
quieran.
En
cuanto consigamos solucionar todo el papeleo que implica, seguiremos
con la segunda etapa de nuestro proyecto, editar el documental y
escribir el librito.
El
lugar que hemos elegido para esta “clausura voluntaria” es una
tranquila casita en las montañas, a las afueras de Bogotá.
Os
seguimos contando
Un
abrazo grande
PD:
Agradecidas, como siempre, con Cecilia Tobón, Isabella y Enrique, y
Marta por dejarnos pasar unos días en sus hogares en esta ciudad que
nos era extraña.
Sensacional blog un gran aplauso os l9 habeis currado de maravilla...os seguire y compartire.
ResponderEliminarJuanjo,
ResponderEliminarse agradecen los ánimos y que quieras compartirlo!!!
un abrazo
Lindas entonces no llegais a Ecuador?
ResponderEliminarEn-hora-buena!!!. Yo creo que os merecéis unos "bises", no? Al menos hasta Ecuador, como dice aquí la Vero..jejeje!!! Besazos para las tres. Espero veros pronto!
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